13.12.06

BUSCADOS

Ella pasea con él en el auto
Lucas Mercado

Ediciones de la Intemperie
$7














Cuando vuelvas tu casa no volverá a ser la misma.
En la tapa de las revistas se apiñan las chicas.
La vendedora de flores no aparece.
Quisiera comprarte pasionarias, pensamientos,
y no me olvides.

El portón se cerró en un futuro
que no imaginamos sin ustedes.
El rey del clima planificó una tormenta para mañana.
El rey del clima nos habla a través de los árboles.
Los árboles son jóvenes,
y siendo jóvenes ya vieron demasiadas cosas.

“The woods are lovely, dark an deep
But I have promises to keep
And miles to go before I sleep
And miles to go before I sleep”
(Los bosques son hermosos, oscuros y profundos,/
pero tengo promesas que cumplir,/ y millas que hacer
antes de dormir,/ y millas que hacer
antes de dormir. Robert Frost)

Una paráfrasis.
Una kenning de la antigua poesía germánica.
Estaban allí, solitas, solas, pobrecitas, ellas, mis almas,
las señoritas.
Piletones vacíos al pie del Cerro de Nuestra
Señora de Todos los Santos.
Despegan y rezan a lo que queda de la Santa
Madre de la España Bélica.

Si ponés el brazo y la mano así, estirados
parece que podrías agarrarlos y si querés
también llevártelos con vos.
La verdulería y el boulevard espléndido iluminado,
y la obra en construcción.
Construcciones planetarias de cables de micrófonos
en los karaokes ruteros.
Poesía tumbera en la mesita de luz
del hotel en la avenida.
Imaginario desfasado, estamos out, out total.
Jovencitas flaquísimas de pañuelo al cuello,
con el calor del hogar encendido, juegan a los naipes
en las cuatro habitaciones del penthouse.
Labradores y agua al borde de la piscina.
Una casa en medio de los cipreses,
una casa a punto de salir disparada al centro de la tierra
o a cualquier otra parte



Khalil se va a Miami

Maximiliano Sanguinetti

Ediciones de la Intemperie
$10










Capitulo 1
"Yo vivo en Paraná. La ciudad de Juanele.
En la esquina de mi casa hay una rotisería, que la atiende Khalil.
Aunque no tenga nada que ver.
Para pedir una pizza, o un sándwich o empanadas o lo que sea, hay que empujar una puerta de vidrio esmerilada de grasa. Muchas veces, cuando mi mamá me manda a comprar una pizza, sí, mi mamá me manda, porque tengo treinta y dos años y todavía vivo en casa, y me la banco, le afano los guantes de lavar y voy enfundado con ellos y abro la puerta con guantes porque me imagino que toda esa grasa no es de la pizza, ni de la cumbia que se escucha de fondo, sino del mismísimo pelo de Khalil, directo al consumidor.
Empujo la puerta, decía, y entonces tengo que esperar que los conectores neuronales de Khalil hagan sinapsis y manden la información y esa información se embote con todos los restos de muzzarella que deben tener sus venas y arterias y los músculos tengan las benditas ganas de moverse y venga a atender con esa cara de qué querés, ah, sí, ahora me acuerdo, tengo una rotisería y tengo que cumplir con ciertos protocolos como escuchar a la gente.
¡Khalil y su concepción tortugosa del tiempo!, que no sé si será la de sus ancestros árabes porque no conozco nada de ellos específicamente ni de los árabes en general, sólo lo que se ve en televisión y las ofertas de comida que ponían en los pizarrones de la Unión Árabe, nada más. –Khalil, haceme una común –le digo.–Ehhhhh... –te mira como si le hubieras ofrecido untar con dulce de membrillo las axilas peludas de su mujer y chupárselas hasta depilarla mientras con el muñón de una pierna amputada le acariciaras el clítoris–. Bueno, venite dentro de 15 o 20 minutos–, dice. Y entonces, oh maldición, se escabulle tras esa cortina aún más sucia que la puerta de vidrio y el misterio invade el lugar y las imágenes fantásticas me revolotean y la pecera que está al lado, esa sí con los vidrios bien limpitos, es un cuadro del Bosco y todo porque en tres años que lleva la rotisería no he podido siquiera asomarme al misterio que se encierra tras ese machimbre y la repisa de metal con cajas vacías de cartón y la estampita de la virgen y los vinos baratos llenos de polvo y, desde hace poco, una lista de precios con letras de molde de madera hecha con estética de maestra jardinera de las de antes, de las que tenían guardapolvos de cuadraditos celestes y blancos chiquitos.
Luego de un rato, reaparece triunfal, todo transpirado, los pocos pelos pegados y la pelada brillante por las gotas no-tan-transparentes, y uno se pregunta si la muzzarella es realmente un tipo de queso o allá atrás del machimbre y la cortina sucia tiene una extraña máquina que se hizo mandar desde Kabul por algún pariente lejano que sirve para transformar esas segregaciones corporales en el éxito del sabor de ese queso, porque, cabe decir, todo el que prueba una pizza de Khalil, quiere volver por más, y como la fórmula de la coca cola, es el secreto mejor guardado."



Ambos libros se encuentran a la venta en la
LIBRERIA AMBULANTE CORREVEIDILE
libreriacorreveidile@hotmail.com
Tel: (0343) 422 8473 Cel: (0343) 154 402 374
Paraná - Entre Ríos
www.libreriacorreveidile.blogspot.com